El género Trichinella representa un linaje monofilético dentro de la superfamilia Trichinelloidea cuyos ancestros alcanzaron el parasitismo probablemente en el Paleozoico. La superfamilia se define filogenéticamente por la presencia del esticosoma, una... [Móvil]
Móvil, sesión, del, 13-09-2012, ·, francisco, bolás
El género Trichinella representa un linaje monofilético dentro de la superfamilia Trichinelloidea cuyos ancestros alcanzaron el parasitismo probablemente en el Paleozoico. La superfamilia se define filogenéticamente por la presencia del esticosoma, una región especializada del esófago glandular, que junto con las glándulas bacilares constituyen estructuras exclusivas de este grupo de nematodos. Otra particularidad diagnóstica es la posesión de un ciclo biológico parasitario que transcurre enteramente en el interior de un único hospedador vertebrado (autoheteroxeno), con desarrollo y establecimiento de estados adultos en la mucosa intestinal e implantación sucesiva de larvas de primer estado (L-1) en el tejido muscular esquelético, bien protegidas por una cápsula de colágeno generada en torno a ellas o en ausencia de la misma. Su transmisión zoonótica está asegurada por el carroñerismo y la depredación, garantizando así su éxito adaptativo. Actualmente el género está representado por 12 genotipos, de los cuales 8 ostentan rango de especie, circulando en mamíferos, aves y reptiles, en las diversas áreas zoogeográficas del planeta. Dentro del hospedador el embrión recién nacido de Trichinella muestra una selectividad exclusiva por el músculo esquelético al que accede desde el torrente circulatorio y en el que penetra activamente para luego crecer hasta llegar a L-1 y establecerse, a la vez que inducir profundos cambios estructurales y fisiológicos que determinan la trasformación de la fibra muscular en una nueva entidad independiente denominada "célula nodriza" que, a modo de placenta, se encargará de nutrir y detoxificar a la larva L-1 instalada en este nicho hasta su transmisión al siguiente hospedador. Este fenómeno no apreciado en ningún otro sistema parásito/hospedador es consecuencia de una íntima interacción entre ambos, lograda a través de una larga historia adaptativa y orquestada por el parásito a través de complejos mensajes supuestamente cifrados en un grupo de moléculas, denominadas antígenos TSL-1, lo que constituye un ejemplo paradigmático del parasitismo.